Desvío: entusiasmo sublime
- Jorge Fierro
- 2 oct 2017
- 6 Min. de lectura
Una estructura coral sería lo más conveniente a la hora de hacer una película sobre un festival de cine.
Si el festival de la obra fuese el Detour —el festival de Cine Nuevo dedicado exclusivamente al audiovisual uruguayo—, podría empezar con un joven de 16 años que vive en Las Piedras y está de vacaciones. El personaje ya tiene en su haber una serie animada y es contratado para hacer el videoclip de una banda local. El realizador amateur se llama Martín de Benedetti, todavía no terminó el liceo ni hizo el primer año de comunicación, que luego abandonará. El año es 2012.
A unos 30 kilómetros, en el famoso VIC de Roland Melzer, un joven trabajador que hace poco volvió de vivir en Barcelona ve llegar películas en DVDs copiados; mediometrajes y largometrajes con el título escrito con marcador, que como no consiguieron exhibirse en cine, reclaman ser reproducidos en alguna casa, antes de pasar a engordar los estantes del olvido.
Las películas que no encuentran sala y las salas que no encuentran público abrazaron fuerte a Juan Andrés Belo y su nuevo festival, el Detour. Películas como Nunchaku, de Federico Borgia y Guillermo Madeiro, que pudieron exhibirse en la primera edición, en 2013; salas como la del Cine Universitario, que vieron volver a un montón de jóvenes a sus butacas y que el festival dejó con un nuevo proyector importado.
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"It's Over", de Martín de Benedetti
A la palabra “entusiasmo”, Juan le agrega “fervoroso”. A “espíritu”, le sigue “celebratorio”. Con ese mismo tono te habla del festival, de un video de YouTube, del sonido del viento en una película, de cómo se incorporó a la organización Pablo Maytía:
—Le dije: “bo, estoy desesperado porque estoy haciendo este festival solo y faltan dos meses”. Y me dice “sí, yo estoy”. Y por lo general cuando uno te dice que sí, te da un laburo medio medio. El loco se metió el festival al hombro y es el que lo sacó adelante desde el segundo año. Se encarga de la producción entera.
No se trata simplemente de gestionar una sala y armar una muestra con un par de obras. Producir un festival como el Detour implica presentarse a fondos, acudir a empresas en busca de apoyos para tener competencias con premios, conseguir jurados relevantes, armar convocatorias, promover desafíos, difundir, exhibir en condiciones óptimas, rescatar películas, establecer espacios de formación de calidad y hacer que los realizadores se encuentren entre sí, entre distintas generaciones y con el público. Es mucho trabajo con un techo monetario gigante: el fondo del ICAU les da 90.000 pesos, son ocho personas trabajando, de los cuales tres le dedican ocho meses de gestión.
—Para hacer el festival tenemos todas las dificultades existentes e inexistentes. Para empezar, que arrancamos con inexperiencia. Éramos dos locos que nos dábamos contra la pared, queriendo hacer una quijotada —dice Pablo—. Ahora nos seguimos dando contra las paredes, pero contra paredes nuevas, eso es lo positivo.
Un aspecto fundamental de la propuesta es darles espacio a los realizadores jóvenes, a lo nuevo. Quienes tienen largometrajes en su haber no pueden presentar cortos. Y para las categorías de largo no se puede tener más de dos largometrajes realizados.
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Seguramente el productor Pablo Maytía estuvo detrás de la difusión que llegó al realizador Martín de Benedetti, anunciando la convocatoria al primer Detour, en 2013; y es probable que detrás de la categoría Nuevos Formatos estuviese el director del festival, Juan Andrés Belo.
¿Nuevos formatos? Juan tenía en mente fashion films, virales de YouTube, videoensayos, videoarte. “Aunque terminó quedando una categoría muy extraña y amorfa, la idea era dar un espacio a todo lo que sea videos mucho menos tradicionales en cuanto a formato, para dar cuenta de que el cine hoy en día no solo pasa por las películas en formato corto, medio o largometraje, sino que está en todos estos medios audiovisuales en los que se reproducen cosas”.
Martín sospechaba que su obra no iba a quedar seleccionada porque la animación no debía ser considerada un nuevo formato. Pero quedó y asistió con toda la banda a ver el videoclip de "It's Over" en una pantalla de cine. Por si eso fuera poco, su película fue la ganadora de la competencia. Martín no pudo llegar a la premiación, pero sí al after, en el bar Fénix. Allí conoció a otros realizadores, entre ellos Jeremías Segovia y Gonzalo Torrens, egresados de la Escuela de Cine (ECU), que habían ganado la competencia de cortometrajes con La mujer rota.
En ese encuentro nocturno se materializaron todos los objetivos del festival. Realizadores jóvenes se conocen entre sí. Comparten experiencias, pareceres. Martín pensaba anotarse en la carrera de audiovisual de la UTU, pero Gonzalo le habla de la ECU y del concurso Hacé cine que realiza la escuela para ofrecer becas de estudio. Martín se presenta y otra vez, gana.
La mujer rota, de Jeremías Segovia
La categoría Nuevos Formatos dejó de existir. Pero este año aparecen muchos rastros de aquella propuesta; frutos, se podría decir. Por primera vez, se constituye una categoría de animación, con cinco cortos en competencia, y también se crea una muestra paralela de series. Juan lamenta no poder entregar premios para estas categorías, como no tener un buen premio en metálico, unos 3.000 dólares a la mejor película, para estar a la altura. “En ese sentido, somos un festival chico”, dice.
Aunque sigue creciendo. Hay más categorías, más obras, más estrenos, más público participando. Por primera vez sucede que los realizadores se acercan a ellos para estrenar en el festival.
—Lo más gratificante es cuándo el realizador te dice que sigas así, que están copados con el festival. Ver que realizadores relevantes son jurados sabiendo que por ahora no podemos darles retorno económico. Tener el apoyo de las empresas del sector, saber que 1.500 personas van a ver películas uruguayas —dice Pablo.
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El Detour es un festival de cine pero parece una institución cultural que aplica políticas públicas. Promueve el cine uruguayo —especialmente en su dimensión heterogénea, diversa—, premia a los realizadores con dinero o equipos para que sigan produciendo, exhibe películas que de otra manera no llegarían a los espectadores, les da vida a las salas, ofrece cursos, talleres.
—Un festival no es solamente un espacio de exhibición, es una plataforma cultural. Buscamos enriquecer al realizador, con exhibición y premios, pero también con encuentros, diálogos y espacios de formación —explica Pablo.
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La 5a edición del Detour va del 10 al 14 de octubre en el Auditorio Nelly Goitiño, en Cinemateca Pocitos y en el Centro Cultural de España. Hay una competencia de medios y largos, con 12 películas entre ficciones y documentales. Es el momento para ver las películas nacionales que nos perdimos: El sereno, Detrás del Mito, Nueva Venecia, Los Modernos; las que apenas se exhibieron (Dos orientales) y algún estreno. Competencia de cortos documental (ocho obras), cortos de ficción (19), cortos de animación (5) y videoclips (21).
El desafío de este año es “Playas en una toma”, para Montevideo y Canelones, con un premio de 500 dólares para cada departamento.
—Los desafíos están buenos porque muchas veces para filmar los realizadores necesitan un estímulo muy concreto. La prueba está en Polisemia —amigos del Detour— que hacen cortos increíbles en 72 horas, como Elemental. A veces tener consignas muy claras, limitaciones muy precisas, refuerza la creatividad —cuenta Juan, al tiempo que proyecta para el futuro muchos más desafíos: cortos en la Goitiño, videoensayos sobre cine uruguayo, cortos con found footage.

Mirar Elemental , de Polisemia, en este link.
Habrá cuatro muestras. Se continúa con De buenas a primeras, en la que se verá Another George (1998), ópera prima de Pablo Casacuberta.
—De buenas a primeras es un recordatorio de que las películas uruguayas se están perdiendo, se están pudriendo, desapareciendo, y nadie está velando por conservarlas, salvo los propios realizadores —comenta Juan.
Lo que para una generación es Acto de violencia en una joven periodista, de Manuel Lamas, para otra es Sábado disco, sábado pachanga (1981), de Eduardo Rivero, que será presentada por Manolo Nieto en la muestra Placeres desviados.
—El cine en Uruguay está a veces muy anclado en una visión medio académica, o en una idea muy seria, entonces desde el principio sentimos la necesidad de descontracturar eso y de mostrar que todos tenemos placeres culposos. Son estas cosas que si las pensás son horribles pero que por alguna razón nos gustan. Y reconocer que eso nos pasa a todos, incluso a los realizadores más consagrados, es algo valioso. En estas funciones el público suele reírse mucho, pierde la timidez. Se siente la sala viva.
Como novedad de esta edición aparece la muestra Amadores, que en una traducción forzada del término amateur busca dar espacio a cosas “que están al margen de la profesionalidad, pero que salen con muchísima vocación”, dice Juan. Se verá La lista de la muerte (2016), de Miguel Ángel Torena.
Especialmente, destaco la muestra Series, que irá acompañada de un laboratorio de series web con Tian Cartier y Martín Longo, director y productor de Un año sin nosotros, respectivamente. En este marco se podrá ver en pantalla grande por primera vez, y de corrido, la serie web La división, de Daniel Hendler, se exhibirán varios capítulos de El mundo de los videos, de Matías Ganz y Rodrigo Lapado, así como el primer capítulo de Velorios, un proyecto de la escuela La Escena, dirigido por Iñaki Moreno.
Más información:
La nota recitada por Jorgito:
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